CREANDO UNA VIDA MÁS SALUDABLE

¿Qué es “bienestar”?
El bienestar es estar sano en múltiples dimensiones de nuestras vidas. Estas incluyen la parte emocional, física, ocupacional, intelectual, financiera, social, ambiental y espiritual. Estas dimensiones están conectadas y se apoyan entre sí.


Considerando que vivimos en un mundo multicultural, es importante destacar que el bienestar tal vez abarque áreas que no se mencionan acá. Por ejemplo, pensamos que el trauma es una experiencia humana universal, y que la cultura y las creencias espirituales repercuten en cómo se perciben y hacen las cosas. En resumen, se trata sobre la forma en que vivimos la vida y lo que sentimos: alegría, gratificación y salud.

Cuando nos preocupamos por el dinero (como una deuda o la capacidad para pagar por lo
que necesitamos), a veces sentimos ansiedad (parte emocional). Esto tal vez lleve a problemas médicos (parte física), y problemas en el trabajo (parte ocupacional). Cuando esto ocurre, es posible que cuestionemos el significado y propósito de la vida (parte espiritual).

Al mismo tiempo, cuando no trabajamos (parte ocupacional), perdemos oportunidades para interactuar con otras personas (parte social), y quizás no podamos pagar por alimentos más saludables y la atención médica que necesitamos para estar bien (parte física). Incluso, podríamos tener que mudarnos a un lugar que sentimos que no es tan seguro (parte ambiental).

CREAR EQUILIBRIO

Establecer equilibrio en nuestras vidas es un aspecto importante del bienestar. En general,
dependiendo de la cultura, circunstancias, recursos y otros factores, una vida equilibrada
puede tener significados diferentes. El equilibrio implica asegurarnos de tener tiempo para las cosas que nos dan felicidad y satisfacción. Esto incluye trabajar (con o sin pago), divertirse, pasar tiempo con la familia y los amigos, participar en actividades comunitarias, estar físicamente activo (incluyendo sexualmente), rezar, relajarse y dormir.

Según las necesidades, preferencias y habilidades individuales, cada persona contempla
su “equilibrio” de forma distinta. De tanto en tanto, es importante que reajustemos el
equilibrio para adaptarnos a lo que esté pasando en determinado momento de nuestras
vidas.
En particular, es importante mantener el equilibrio cuando tratamos de superar un
momento difícil. Ya sea por estrés, una enfermedad, un trauma, o una situación emotiva
difícil. En esos momentos, nuestros hábitos y rutinas nos ayudan a sentir que volvemos
a tener control. Parte de este proceso exige concentrarse en nosotros mismos y en los
papeles que cumplimos en la vida de otros. Por ejemplo: ser alumno, amigo, esposo,
miembro de una congregación, aficionado a un pasatiempo, miembro de la comunidad y
ciudadano.

Los papeles que cumplimos y nuestros vínculos con otros definen quiénes somos, nos
dan un sentido de propósito, y determinan la forma en que nuestra vida depende de otras
personas, animales y el medio ambiente. Involucrarse con la vida y vincularse con otros brinda cierta medida de equilibrio y bienestar general. Por ejemplo, la natación tiene beneficios físicos (ayuda a tener fuerza, mejora la circulación sanguínea), sociales (contacto con otra gente) y emocionales (libera el estrés). Pero no es necesario nadar todas las semanas para estar bien; ir a la piscina a nadar aunque sea cada tanto es un buen comienzo.
Vivir en un entorno limpio y sin peligros, nos ayuda a sentirnos organizados y en control.
Esto puede brindar la oportunidad de ejercitarse y permite que las parejas y las familias
trabajen juntos.
Por otra parte, sencillamente encontrar tiempo para relajarse ayuda a lograr un balance en
nuestra vida. Darse un tiempo para no llevar acabo ninguna actividad, brinda un espacio
para pensar en una situación, analizar cómo nos sentimos, o simplemente solo descansar.

ACEPTAR EL APOYO DE OTROS

Casi todos sabemos cuáles son las cosas que nos hacen sentir bien acerca de nosotros
mismos o nos dan equilibrio. Tal vez sea pasear al perro o actualizar el saldo de la
chequera. Cualquier medida que apoye estas actividades, como encontrar un nuevo
recorrido para pasear u organizar los recibos, es positiva.

Sin embargo, a veces queremos que los familiares y amigos nos aconsejen. Es entonces
cuando necesitamos contar con el apoyo de otras personas. Hablar con alguien que ha pasado por situaciones similares (ya sea que esté relacionado con salud mental, adicción, trauma, dolor, fumar, diabetes, intimidación o abuso) nos hace sentir que no estamos solos. El saber que otras personas han tenido sentimientos y experiencias similares, y que han podido seguir adelante, nos puede dar la confianza de seguir adelante también.


Los grupos de apoyo pueden ofrecer:
• apoyo constructivo de personas con experiencias similares;
• oportunidad de apoyar a otras personas con nuestra presencia, compasión, ideas, y
empatía; y
• contacto con personas que podrían sugerir servicios o recursos que no hemos
contemplado.


Podemos hallar personas que nos apoyan en muchos lugares. Por ejemplo, grupos de
la comunidad o de fe (iglesia, templo, sinagoga, mezquita), en el lugar de trabajo, o en
actividades voluntarias.

VALORAR RUTINAS Y HÁBITOS

Contar con rutinas y hábitos autodefinidos puede ofrecer equilibrio y satisfacción personal.
Las rutinas y hábitos se determinan según nuestras necesidades básicas (alimento, albergue, afiliación social, seguridad, etc.), y las distintas funciones que cumplimos dentro
de la sociedad. Nuestros hábitos influyen en lo que comemos, lo que vestimos, cómo nos
relacionamos; cómo vamos a trabajar, cómo gastamos o ahorramos, y más.
Los hábitos se arraigan, y en general, son difíciles de cambiar. Por ejemplo, podríamos
tratarnos con menosprecio, o sentir que necesitamos de una cosa o una persona en
particular para superar un momento difícil. Podemos aprender lo contrario.

Las exigencias de la vida, el estrés, crisis o traumas influyen o alteran nuestros hábitos y
rutinas. Esto puede ocasionar desequilibrios emocionales (ansiedad, depresión), sociales
(mal humor, aislamiento, enojo) o físicos (cansancio, agitación).

Establecer nuevos hábitos que apoyen nuestras metas y valores de bienestar puede ser
difícil, pero vale la pena intentarlo. Crear rutinas y hábitos más saludables en nuestra vida
puede lograr sentimientos positivos (emocional), satisfacción en la relación con otros
(social), aumento de energía (físico), inspiración (emocional), y una sensación de que
usamos el talento, la habilidad y la capacidad creativas para participar en actividades
(ocupacional, intelectual, espiritual).
Tal vez ya tengamos prácticas habituales que nos hacen sentir mejor, como los ejercicios
de meditación consciente o de otro tipo, yoga, o llamar a los amigos. Incluso podría
tratarse de evitar las noticias por la noche o pasar menos tiempo en Internet. Cada
persona se conoce a sí misma y sabrá qué es lo que funciona y no funciona en cada
dimensión. Cuando no esté seguro, pregúntele a alguien y piensen juntos en qué tiene más
sentido y qué medidas funcionarían mejor.

Otras ideas para considerar:
• Participar en actividades que tengan un propósito. Si la rutina diaria carece de
significado, podríamos sentirnos angustiados o indefensos.
• Aumentar las actividades que mejoren nuestro bienestar. Hablar con un amigo al
comienzo del día podría ayudar a establecer una buena intención o plan para el día.
• Dormir bien durante la noche. El insomnio, claramente, puede influenciar las relaciones
sociales, en las relaciones físicas y emocionales, en la productividad y la capacidad de
concentrarse y completar las tareas.
• Estar consciente de la cantidad adecuada de interacción social. Es importante el
conocer nuestros propios límites.
• Recordar que los cambios estacionales o de zona horaria suelen afectar el estado de
ánimo y las rutinas. Por lo tanto, hacer ajustes es normal.
• Seguir una rutina que nos sirva. Los calendarios ayudan a recordar los momentos o
las frecuencias con que queremos hacer algo como: cambiar el aceite del automóvil,
limpiar el refrigerador, celebrar un logro, llamar a un amigo o familiar, verificar
documentos financieros, o programar el examen médico anual.
• Repetir un comportamiento hasta que se vuelva automático, como tomar un
medicamento. Hacer listas ayuda a no olvidarse de las tareas importantes.
• Establecer un estilo de vida que apoye el bienestar tal vez sea difícil, pero ayuda
mucho contar con la información necesaria, apoyo, recursos adecuados, y seguir
nuestro progreso puede ayudarnos a llegar a un mejor bienestar.

Referencia

Infórmese sobre las ocho dimensiones del bienestar.
VISITE WWW.SAMHSA.GOV/WELLNESS-INITIATIVE